No se muy bien como empezar esta reseña ya que creo que no puedo expresar con suficientes palabras y con la suficiente claridad el por qué me ha gustado tanto este libro y el por qué me ha dejado tan tocada. Y es que esta novela me ha afectado muchísimo. Es una historia que duele pero que también deja un mensaje bonito y esperanzador.
Podríamos decir que este libro va sobre unos arqueólogos que encuentran unos restos humanos en unas cuevas de Siberia, que estos restos tienen un virus desconocido, que ese virus se escapa y empieza a asolar la tierra formando una pandemia mortal mundial, que veremos las consecuencias de todo esto poco a poco hasta el final del libro...Pero aun así me quedaría corta. Porque este libro va mucho más alla de unos restos, de un virus y de una pandemia.
Este libro va sobre el amor, la familia, la muerte, sobre el duelo, sobre la pérdida, sobre como la humanidad va tropezando con la misma piedra una y otra vez pero al final siempre consigue resurgir de sus propias cenizas. De como somos nosotros mismos quienes nos destruimos, dando a conocer la peor cara del ser humano pero a la vez también lo damos todo para poder salvar a un ser querido o al mismo planeta.
Al final de la oscuridad es una historia divivida en doce relatos, todos ellos conectados de una forma u otra, en donde conoceremos a una multitud de personajes a través del tiempo. En la mayoría de libros de relatos que he leído, pocas veces me ha pasado que me hayan gustado todos. Y esto me ha sucedido aquí. Todas las historias me han afectado de una forma u otra y todas me han resultado terriblemente desgarradoras.
Y es que esta historia es totalmente desoladora. Es uno de los libros más duros que he leído. El primer relato ya se me hizo tan doloroso que no sabía como iba a poder continuar con los once restantes. Cada uno de los doce relatos me han tocado el corazón y me lo han roto en mil pedazos. Pero también han encendido una llama de esperanza , de que aun no está todo perdido.
Se tocan temas muy importantes y delicados y creo que uno de los más importantes es el de la muerte, y el autor nos muestra y nos hace reflexionar que cada persona lleva el duelo de una manera u otra. De que cada persona afronta su mortalidad o la de sus seres queridos de la mejor manera que puede aunque no sea “correcta”.
Me ha emocionado mucho como se nos trasmite que la humanidad se une de maneras inimaginables en tiempos díficiles y que deberíamos mantener ese vínculo mucho después, aun cuando ese terror ya es simplemente un recuerdo lejano perdido en los óceanos de la memoria y del tiempo.
También se nos hace reflexionar sobre el cambio climático y se nos van a mostrar unos efectos devastadores. Pero uno de mis temas favoritos entra en la temática de la ciencia ficción y es que este libro no solo es una distopía casi post apocalíptica, también es un viaje por el cosmos y por los milenios. Si quieres descubrir más, no dudes en sumergirte entre estas páginas.
Esta historia me ha recordado irremediablemente a uno de mis libros favoritos, El atlas de las nubes de David Mitchell y a Estación Once de Emily St. John Mandel. Y ya han pasado varias horas desde que he terminado el libro y no puedo dejar de pensar en él, en todas las historias, en todas las conexiones. Ójala hubiese durado 300 páginas más. Hubiese seguido leyendo relato tras relato sin cansarme, se me ha hecho tan corto...Mi relato favorito ha sido: “Una galería, un siglo; un grito, un milenio”
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